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número 6


El Congreso Radical Negro se encuentra en el proceso de definir una agenda de libertad para el radicalismo negro.
por Robin D. G. Kelley

Me gustaría compartir mis ideas sobre las cuestiones que han surgido en los Principios de Unidad, en diversos ensayos sobre posiciones de los miembros del Congreso Radical Negro (Black Radical Congress, BRC por sus siglas en inglés) y en muchas de las conversaciones de las que he sido partícipe.

Mis comentarios se basan en una premisa fundamental: La política radical negra es muy compleja. Es obvio que esto no representa una revelación. Los camaradas del BRC están de acuerdo, pero gran parte de la discusión, desde mi punto de vista, gira alrededor de las categorías políticas de "nacionalismo" e "integrismo". No creo que ninguna de estas etiquetas capture en realidad la complejidad a la que nos enfrentamos. Asimismo, dichas clasificaciones no son mutuamente exclusivas: La autonomía y la independencia negras no se contraponen a la creación de coaliciones y alianzas multiraciales.

Estoy firmemente de acuerdo en que nadie debe quedar excluido del BRC si está dispuesto a unirse en torno a la agenda y luchar para darle forma. Esto incluye, como se declara en los Principios de Unidad, a los supuestos "nacionalistas", "socialistas" y "feministas". Por otra parte, entendamos que cada una de estas tendencias representa mucho más de lo que pueden incluir esas categorías. Se usan en los Principios de Unidad con el fin de reconocer las aportaciones de las diversas "escuelas" o corrientes políticas y asegurar el equilibro en la representación de diferentes puntos de vista de manera que ninguna tendencia determine la agenda del radicalismo negro.

La intención de todo lo anterior es evitar que el sectarismo merme este nuevo movimiento. Pero necesitamos ver directamente al impacto de la clasificaciones. Necesitamos desenmarañar el nuevo proceso que estamos desarrollando con el fin de crear una agenda de libertad negro para nuestro tiempo a partir de las categorías restrictivas del pasado. ¿Podemos tratar de aclarar las distinciones sin reducir la rica historia del radicalismo negro? Sí.

Obviamente, deseamos afirmar nuestra historia y aprender a analizar diferentes perspectivas políticas. Deseamos afirmar tanto lo que cada uno puede aportar para la creación del BRC como el esclarecimiento que puede emanar de las luchas de camaradas sobre diferencias significativas. Pero tenemos que recordar que existen discrepancias importantes entre los socialistas, por ejemplo, y entre los nacionalistas; hay feministas en todos los campos políticos, hay organizadores sindicales y personal docente universitario, y algunas organizaciones actuales encajan dentro de distintas categorías.

¿Qué le decimos a una feminista revolucionaria negra que cree en el socialismo? ¿Qué categoría representa ella? No deseamos cosificar las relaciones entre nosotros y replicar sin darnos cuenta el sectarismo. Si no nos liberamos de las categorías restrictivas, terminaremos tratando de ser "representativos" a expensas del avance de una política.

Cuando examinamos los movi-mientos críticos de fines de la década de 1970 y principios de la de 1980 (el movimiento carcelero negro, el movimiento de solidaridad sudafricano, el movimiento de revolucionarios negros en la organización de las fábricas, el nacimiento de numerosas organizaciones de mujeres negras), podemos apreciar que las cuestiones importantes en las que los radicales negros se unieron en organizaciones, coaliciones, movimientos, retan las categorías simples del integrismo o el nacionalismo. Aunque en ocasiones los movimientos se desintegraron debido al sectarismo, las cuestiones urgentes no eran propiedad ni de los nacionalistas ni de los integristas.

Hoy día, a medida que luchamos por la agenda del BRC, reconocemos que muchas cuestiones urgentes se contraponen a estas clasificaciones políticas. Además de las cuestiones obvias (trabajo y mejorar de las condiciones laborales; vivienda y educación decentes, etc.), hablemos de los derechos de los prisioneros, la desigualdad en las normas para condenar a la gente de diversas razas, los derechos de la gente que es seropositiva (que incluye una proporción grande de negras pobres), las formas crueles e inusuales de castigos como la esterilización obli-gatoria para los supuestos agresores de menores (una condena inusual que afecta en forma desproporcionada a las jóvenes de diversas razas), el vertedero de sustancias tóxicas y otros peligros ambientales que afectan despro-porcionadamente a las comunidades negras, indígenas estadounidenses y latinas, la oposición del giro a la derecha dentro y fuera de la comunidad negra (es decir, oponerse a incrementar el énfasis en las políticas de "autoayuda" mientras que se utiliza el dinero de nuestros impuestos para rescatar a los ricos y los contraataques a los homosexuales y las lesbianas, y a las madres solteras por parte de los grupos conservadores negros como el Proyecto 21, Concerned Citizens for Traditional Family Values, y la Traditional Values Coalition, además de publicaciones como The Black Chronicle.

 

La tendencia a contraponer organizaciones de índole nacional con respecto a las formas integristas representa un reto, en particular cuando vemos la historia de nuestros predecesores radicales negros que se unieron activamente con la gente oprimida de diferentes razas y desempeñaron un papel importante en la formación de organizacion-es revolucionarias multiraciales. En la actualidad, en el radicalismo negro se incluye a muchos de nosotros que colaboramos con organizaciones activistas en las comunidades asiáticoamericanas, indígenas estadounidenses y latinas. Tenemos el cometido de trabajar para reducir el antagonismo entre los afroamericanos y los latinos, los asiáticos y otros grupos étnicos. Todos somos conscientes del antisemitismo y los sentimientos en contra de los coreanos dentro de las comunidades negras, pero el prejuicio en contra de los latinos parece ir en incremento entre los negros a medida que aquéllos reemplazan a los afroamericanos como el presunto grupo "minoritario" más grande en los Estados Unidos. Durante los disturbios en Los Ángeles, por ejemplo, los participantes negros escogieron y agredieron a muchos latinos, y un número inquietantemente grande de electores negros de California votaron a favor de la Proposición 187 que negaba servicios médicos y educativos básicos a los inmigrantes latinos indocumentados. En resumen, los Principios de Unidad del BRC nos comprometen a luchar contra el racismo. Para mí significa que debemos defender a todas las víctimas de la brutalidad racista, independientemente del color de la víctima o del agresor.

Trabajar dentro de los movimientos progresistas multiraciales, y apoyarles, ha sido parte de la tradición radical negra desde que nos trajeron aquí encadenados hace tres siglos. Durante todo este siglo, los radicales negros han luchado por la libertad de los negros a la vez que han ayudado a emancipar a muchos más (las mujeres, los blancos de la clase obrera y otras presuntas "minorías"). Es obvio que, a pesar de lo independiente y autónomo que será (y deberá ser) el BRC, todavía necesitamos crear y respaldar movimientos radicales populares multiraciales comprometidos con una agenda internacionalista, creando vigilantemente nexos con los oprimidos de todo el mundo, exponiendo los estragos el capital mundial. Necesitamos comprender la importancia fundamental del desarrollo de una estrategia tanto en el trabajo como en la comunidad. Precisamos de una agenda que supere las batallas de un solo problema para pelear luchas más amplias: por ejemplo, en campañas contra el sistema racista de justicia penal, la violencia domestica y el fracaso institucional para tratar con la agresión y el maltrato de menores, o los asaltos contra el medio ambiente. Debemos prestar atención a la ideología, ir más allá de las tácticas de organización hasta las cuestiones sobre cómo funciona la sociedad y qué más se puede poner en su lugar. Necesitamos un análisis claro del racismo basado en clase y género, y tenemos que reconocer el racismo como un beneficio pequeño y como un gran problema para los trabajadores blancos. A fin de cuentas, el racismo ha sido una soga alrededor de nuestros cuellos desde los albores de este país, y el sexismo dentro del movimiento de libertad negro ha sido su talón de Aquiles. La buena noticia es que existen organizaciones, a menudo productos de los mejores elementos de los movimientos del Tercer Mundo, el feminismo, el marxismo y la liberación negra, que sostienen estos criterios o, cuando menos, tienen un cometido con ellos. Podemos señalar, por ejemplo, el Southern Organizing Committee for Economic Justice, el Centro de Estrategia Laboral/Comunitario, New Directions.

Esta historia de participación en movimientos progresistas multiraciales no cambiará. Una vez dicho esto, deseo afirmar que nuestra participación en la organización de grupos multiraciales no cree conflictos con la necesidad de una organización radical negra autónoma, fuerte e independiente. Es posible que algunos izquierdistas digan que hemos llegado a un punto en la historia en que los movimientos izquierdistas negros separados son obsoletos, una versión de política anticuada basada en la identidad. No lo creo. Al acercarnos al siglo XXI, es extrañamente semejante al final del siglo pasado. Sabemos que nunca se completó la Segunda Reconstrucción (la revolución de los Derechos Civiles) y que se están anulando rápidamente los logros limitados que se alcanzaron. Todavía necesitamos un movimiento que pueda participar, criticar y aprender de las organizaciones que alegan hablar en nombre de la comunidad negra; precisamos un movimiento que pueda tener su propia voz y agenda, que pueda mantener sus miras en la liberación negra y que a la vez ayude a delinear un reto multiracial más amplio contra el capitalismo, el patriarcado y la supremacía blanca; necesitamos un movimiento radical negro independiente que pueda, con su independencia, volver a conectar con el resto del mundo, de la manera que lo hicieron Malcolm o Walter Rodney, C.L.R. James, Robert Williams y Vickie Garvin, como trataron de hacerlo los delegados del 7º Con greso Panafricano hace varios años.

Creo que el movimiento radical negro tendrá esta capacidad en el futuro. Por lo tanto, hoy en día estoy de acuerdo con las palabras que C.L.R. James expresó en 1948:

Este movimiento independiente negro puede intervenir con una fuerza tremenda en la vida general social y política del país, a pesar del hecho de que se ha librado bajo la bandera de los derechos democráticos y no ha sido dirigido necesariamente por el movimiento laboral organizado o por el partido marxista. Decimos… que puede ejercer una influencia poderosa en el proletariado revolucionario, que tiene que hacer una gran contribución al desarrollo del proletariado en los Estados Unidos y que en sí es una parte integral de la lucha por el socialismo. De esta manera retamos directamente cualquier intento para subordinar o relegar al trasfondo la importancia social y política de la lucha independiente de los negros para obtener sus derechos democráticos.

ROBIN D.G. KELLEY
is a long-time activist in the movement to claim african-american history. es profesor de historia y estudie africana a la universidad de new york. escrito los libros, hammer and hoe: alabama communists during the great depression, race rebels: culture, politics, and the black working class, and yo' mama's disfunktional! fighting the culture wars in urban america . he is editor of the 11 volume young oxford history of african americans.