 número 3 Hay un Crucero Donde se Divizan las Luces
del Tránsito. Luces del Tráfico Fuera en el Medio de en Ninguna Parte. Por Athina Kanaris
Los Angeles: ciudad asediada. Grafitteros: odiados y temidos. Descontrolados
bajo el manto de la noche, ahora se atreven también a desfigurar propiedades en pleno día. "20/20," ABC 3 de marzo de 1995, reportaje sobre el asesinato de César Arce
La pureza de la pared es como lo "Blanco" en el orden. La ausencia de manchones prohibidos, como la ausencia de "color", denota convención, el centro, la norma
(para la cultura dominante, claro) La aparente pureza de las paredes, su anonimia, sólo significa que tienen dueño y que éste cuenta con las garantías del poder que no
requiere ningún nombre. Propiedad pública. Propiedad del estado. Propiedad privada. Estas columnas monumentales, estos caminos sin límites, y las pequeñas
casas de madera que existen debajo, personifican el imperio y sus leyes. Imponen sobre el planeta un sistema propietario que no te permiten desfigurar de ninguna forma.
Para los escuelantes, su nombre escrito en una pequeña etiqueta de tela sirve para identificar su ropa. De forma parecida, con un placazo te adueñas de las páginas
vacías de la ciudad. A nivel metafórico, te robas territorios. Eres tú el colonizador. Con tus signos misteriosos recobras el derecho a nombrar y a reclamar sitios antes
robados por otros para formar la base de esta nación y sus leyes. Hay grafitteros que documentan en cuadernos personales los nombres de los lugares donde han
dejado su placazo. Coleccionan sitios, y se los quitan a otros "escritores" tachando el placazo ajeno y dejando el propio. Si se aceptan las leyes de la propiedad
privada, no es con el fin de compartir. Si se reclama la ciudad--fincada, pintada, compuesta, excavada, ordenada, limpiada y trabajada por tu madre y tu
padre--sigue siendo un juego de esfuerzo individual, de fama individual. Los Angeles. Se escuchan las alarmas automovilísticas y los helicópteros que
rondan las noches. Ciudad adentro, las carreteras permiten la segregación física; son puentes concretos que usamos para llegar de un lugar a otro sin tener contacto
alguno con lo que existe de entremedio. Hay territorios urbanos que no penetras, que ni siquiera cruzas en carro. Hay gente en la ciudad que no necesitas conocer de
nombre. Grafitteros imponen sus apodos a la vista. Escalando hasta los sitios más peligrosos, desde ahí se suspenden para escribir una palabra, justo donde cada día
pasarán miles de autos a paso de tortuga. Pero la palabra no se da así nomás, se da con estilo. Para los que no leen, es una provocación. También es una
aproximación a la comunicación popular. Pero el placazo exige que su autor toque el lugar donde escribe (el mismo lugar que toca el lector al pasar yo). "Tag," el
juego de "la traes," también requiere contacto. La firma autentica un cheque, un documento, una pintura. Pero en este caso, la firma es de alguién que no cobra importancia. Alguién sin propiedad. De nombre
sin peso alguno. Buscando la fama, se autoproporciona un seudónimo de escritor desconocido por el sitema jurídico, el sitema escolar, y cualquier otro sistema que
desde la infancia haya servido para juzgarnos y para vigilarnos. De la realización del placazo nace la existencia de un grafittero. Se inventa un "escritor" donde antes sólo
había un joven que trabajaba construyendo muros con su padre. Se pausa al filo de la intención y no se dice más que "yo existo." El apodo escrito sobre la columna de
apoyo en la carretera será testigo mínimo de la existencia. Entonces, para que exista "Insta", se tiene que escribir una y otra vez, porque las autoridades lo seguirán borrando.
Su asesino, autodefinido "escritor" de guiones hollywoodenses (rechazados) y soldado "Marine" (igualmente rechazado), no fue procesado por tirotear a la
espalda a un joven desarmado. Logró la fama entre partidarios "vigilantes", y algunos miembros recios de la comunidad lo pintaron de "héroe." Tu placazo ya no
existe en el lugar donde dejaste la vida. Tan pronto dejas de escribir, tu apodo, "Insta," el escritor, queda tachado. La pintura te borra de la existencia. Athina Kanaris
is a photographer and writer who received her MFA at California Institute of the Arts. This article is excerpted from Grand Larceny (Volume 2, 1995). Es miembro del sindicato de pasajeros. |