VI. ¿Qué hay en juego en estas elecciones que pueda motivar una respuesta para la pregunta: ¿Cómo debo votar?" Si se considera a los contrincantes actuales y el entendido básico de que sólo un porcentaje pequeño de la población de este país votará y decidirá, ¿por qué
sería importante?Compartimos la gran preocupación de que el Partido Demócrata está inclinándose cada vez más a la Derecha, pero la Izquierda no necesita equiparar a Bush y a Gore para poder
ganar puntos. El Partido Demócrata es racista y proimperialista. Se dice que la Izquierda no puede denunciarle simultáneamente por lo que es y también como si estuviera vendiendo un programa de Izquierda que
nunca pretendió adoptar. En este período, las diferencias entre Gore/Lieberman y los republicanos Bush/Cheney son considerables. La Izquierda sí desea algunas medidas presidenciales y rechaza otras,
especialmente si no somos una fuerza lo suficientemente sólida como para obligar a alguno de los partidos a cambiar en este momento sus políticas en forma significativa. Por ejemplo, ha habido un gran avance
en la creación de opinión pública en contra de la pena de muerte y, gracias a la labor del senador Russell Feingold de Wisconsin, y muchos de los escándalos en la trayectoria de Bush en Texas, existe un
apoyo importante en el Congreso a favor de una moratoria en las ejecuciones, la cual incluye el caso de Mumia Abu Jamal. Un gobierno encabezado por Gore nunca iniciaría una medida de esa índole, pero si
hubiese un frente unido liberal/izquierdista muy poderoso, es casi históricamente posible que Gore firme ese tipo de legislación. En contraste, si Bush asume la presidencia, haría casi imposible una
moratoria en la pena de muerte ya que se requeriría una mayoría de 2/3 para poder invalidar un veto de Bush. Deseamos terminar con los
gastos de defensa y con la intervención del gobierno norteamericano en países soberanos. Ni Gore ni Bush cambiarán radicalmente la posición de
la intervención militar base del imperialismo estadounidense, mientras que Nader, aunque "se opone", ha optado por no considerarlo un punto sobresaliente en su campaña. Sin embargo, es de gran importancia
histórica que el presidente Clinton recién intervino significativamente en contra del Pentágono al oponerse al empleo de fondos federales para continuar construyendo el sistema de protección contra misiles
por el que abogaron los republicanos en el Congreso y William Cohen, su propio secretario republicano de Defensa. Dicho sistema es mucho más que un despilfarro; el concepto de "Guerra de las Galaxias"
es una fórmula de una estrategia de primer ataque en la que Estados Unidos, con la convicción de que tiene suficiente protección en contra de misiles "enemigos", puede optar por atacar. Los
republicanos estaban dispuestos a amenazar a los rusos para que lo aceptaran, aunque la creación de dicho sistema de protección violaría el tratado de armas nucleares con ellos, en tanto que Clinton se
rehusó a incumplir con el tratado y eludió tomar una medida definitiva indicando que dejaría esa decisión en manos del siguiente presidente. Existe la probabilidad significativa de que el equipo
Gore/Lieberman continuará con la política de oposición de Clinton—en particular si hay algún tipo de organización masiva y la creación de una extensa coalición que prosigan agregando a esta cuestión. En
contraste, Bush y Cheney sin duda alguna reconstruirán el sistema de protección contra misiles, desafiarán a Rusia y a China, e introducirán un grave riesgo para la paz mundial. Como sabemos, la preocupación
de Nader se concentra en la administración poco eficiente de los gastos, pero no parece muy preocupado por incluir la aniquilación nuclear del mundo como uno de los temas de su campaña. Deseamos la expansión de los derechos civiles de los pueblos subyugados, la aplicación de las leyes federales ganadas con esfuerzo (desde la Ley
de Derechos Civiles hasta la decisión Roe contra Wade) y la protección del poder federal para hacer valer la expansión de los derechos. No
esperamos que ninguno de los candidatos (Bush, Gore o Nader) proteja y expanda los derechos civiles; sin embargo, existen diferencias muy importantes entre ellos. Nos preocupa otra acción reciente del
gobierno de Clinton/Gore. El Departamento de Justicia envió recientemente a Los Ángeles a Bill Lann Lee, director de la División de Derechos Humanos de dicho Departamento, con el fin de amenazar al
Departamento de Policía de Los Ángeles y al alcalde Mayor Richard Riordan indicándoles que a menos que firmaran un Decreto de Consentimiento federal para tener un monitor federal de la Brutalidad policíaca,
el Departamento de Justicia les demandaría, tras años de haber compilado un gran número de pruebas de la Brutalidad policíaca por prejuicios raciales. Lee, en su papel como uno de los abogados de la
NAACP/Legal Defense Fund (LDF) que representó al Sindicato de Pasajeroses en su demanda de derechos civiles en contra del MTA de Los Ángeles, negoció un histórico Decreto de Consentimiento. Aunque es de
conocimiento público que el SDP no estuvo de acuerdo con Lee en algunas de las disposiciones del convenio final, la participación del LDF en general fue esencial y positiva. Dicho Decreto se ha convertido en
un instrumento para expandir los derechos civiles en Los Ángeles que ha sido reconocido en todo el país, además de un modelo para demandas semejantes en otras ciudades. La participación de Lee en el
monitoreo del LAPD representaría otro avance. Es probable que el binomio Gore/Lieberman conserve la política del reglamento federal sobre la Brutalidad policíaca, mientras que Bush, en contraste,
desmantelaría agresivamente todo el departamento de Derechos Civiles (en contenido, si no en forma) y abandonaría la investigación federal de las violaciones de los derechos civiles en Los
Angeles—permitiendo que las trampas, palizas y asesinatos sin control por parte de la policía continúen incólumes. Como sabemos, estas cuestiones no quedan en el área de interés de Nader.El
tema de la "separación de poderes" federales y estatales suena vacío pues todas las ramas del gobierno son, en esencia, una división del trabajo dentro de la misma clase gobernante. Sin embargo, estas
distinciones formales han sido el punto de batallas progresivas significativas en la historia de Estados Unidos y las cuestiones de los derechos estatales y federales son críticas en la arena de
intervenciones tácticas por parte de los movimientos sociales. Desde la perspectiva de nuestra estrategia, nos oponemos a muchas de las políticas proimperialistas/racistas en todos
los niveles del gobierno norteamericano. No obstante, hacemos mucho énfasis en la interrelación de los poderes federales y la protección de los derechos inalienables de las minorías. Por
ejemplo, en particular, Estados Unidos se define históricamente mejor como una nación de colonos que fue creada gracias a la opresión de naciones y pueblos enteros. Sin embargo, la lucha revolucionaria en
contra de la opresión y el racismo nacionales a menudo ha tenido éxito en forzar al gobierno federal para intervenir en defensa de los derechos civiles. Un ejemplo que viene al caso, al final de la Guerra de
Secesión, la única forma de garantizar los derechos frágiles y recién logrados de los esclavos liberados (que se reflejan en las Enmiendas 13ª, 14ª y 15ª) fue imponer el control militar federal en los
estados derrotados de la confederación. Lamentablemente, se invalidó esas protecciones federales con el convenio Hayes-Tilden en 1877, por medio del cual el capitalismo norteño permitió a la aristocracia
sureña vencida volver a esclavizar a la población negra bajo la bandera de los "derechos de los estados". Desde entonces, dichos derechos han sido la bandera bajo la cual se han agrupado los enfurecidos
propietarios de esclavos, miembros del Ku Klux Klan y los segregacionistas... que consiguieron que su objetivo perdurara un siglo más. De hecho, esta doctrina de los derechos de los estados se ha sobrepuesto
completamente a la perpetuación racista de los derechos de exclusión en la votación, el empobrecimiento económico y el terror masivo del Ku Klux Klan y la policía. En este contexto, los avances democráticos
del movimiento antirracista norteamericano recibieron ayuda crítica al ganar la protección federal en contra de la "tiranía de la mayoría" (la 14ª Enmienda), las leyes federales en contra de la
discriminación (la Ley de Derechos Civiles) y el poder federal para implementar la protección del pueblo subyugado, incluido el empleo de las tropas federales para integrar las escuelas. En
el momento que redactamos este artículo, el Sindicato de Pasajeroses está esperando una decisión que ya debería haber emitido desde hace tiempo el Tribunal Federal de Apelaciones del Noveno Circuito. En 1999
ganamos una orden judicial federal que requirió que el MTA comprara 350 autobuses nuevos y contratara suficientes choferes para reducir el congestionamiento en los autobuses de 400,000 pasajeros que en su
inmensa mayoría pertenecen a las minorías. El MTA apeló la decisión tomando como base la teoría de los "derechos de los estados" que les permite hacer caso omiso del Decreto de Consentimiento y argumentar
que los tribunales federales intervinieron en forma indebida en los asuntos administrativos de una agencia gubernamental local. Si los tribunales confirman la objeción del MTA, sentará un precedente terrible
de que en el 2000 las organizaciones locales pueden violar los derechos civiles y salirse con la suya. En este contexto, el movimiento antirracista en todo el país, y en particular los
pasajeros de autobuses de Los Ángeles, tiene mucho en juego. El cometido oral de Gore de dar protección federal a los derechos civiles (y la acción afirmativa y el aborto legal) es en respuesta a las
demandas de los movimientos sociales masivos de las mujeres y la gente de grupos multiétnicos. Bush/Cheney son soldados firmes del derecho de los estados de oponerse a las leyes federales y de la maniobra de
la Derecha de usar el poder federal de la Suprema Corte para asegurar los derechos de los estados. Se oponen explícitamente a la acción afirmativa y no tienen ninguna intención, declarada o no, de defender,
y olvidémonos de fortalecer, la ley de Derechos Civiles. La confusión de Nader en esta cuestión requiere una aclaración adicional de nuestro enfoque con respecto al papel del gobierno en la
protección de los derechos. Esto nos lleva de vuelta a nuestro desafío fundamental de las fórmulas discriminatorias del derecho de votación del sistema electoral que se originaron a nivel federal. Como
sabemos, el gobierno federal ha concedido la protección de los "derechos inalienables" como un privilegio de las clases sociales dominantes y usa acusaciones de "violaciones de los derechos humanos" para
intervenir en países soberanos. Sin embargo, es capaz por sí mismo de cometer violaciones flagrantes de los derechos humanos, por ejemplo, en el ámbito internacional, el bombardeo hasta la saturación de las
poblaciones civiles y, en el ámbito nacional, el internamiento de los americanos de ascendencia japonesa durante la Segunda Guerra Mundial y el encarcelamiento reciente del científico chinoamericano Wen Ho
Lee. Nuestro objetivo es contener al gobierno norteamericano cada vez que se niegue a reconocer derechos. Por lo tanto, nuestro respaldo del poder federal en relación con los "derechos de los estados"
históricamente se concentra tanto en la expansión y protección de los derechos de los pueblos subyugados como en la expansión del estado de bienestar social para satisfacer las necesidades básicas de los
pueblos oprimidos. El principio es que se deben proteger los derechos de los pueblos oprimidos, explotados y subyugados. El principio no consiste en que el gobierno federal tenga más poder que
un estado o región. Existen muchos casos en que las luchas "locales", "regionales", "estatales" o de otra índole están en contradicción directa con el poder y la "autoridad" del gobierno federal, pero se
deben respaldar (como el apoyo para las naciones de los indígenas, la expansión individual en los estados de derechos legales como el matrimonio entre parejas del mismo género, la autonomía regional para las
poblaciones concentradas de nacionalidades oprimidas, los distritos electorales especiales, los reglamentos ambientales locales que ofrecen mayor protección, etc.). En los últimos años ha habido
decisiones de la Suprema Corte que han anulado distritos electorales de minorías que se habían creado específicamente en determinados estados para concentrar a los votantes negros y latinos; revocado el
derecho de un estado de reducir las ventas corporativas a una junta militar; invalidado el derecho de un estado a prevenir que pasaran desechos nucleares por su territorio; reducido dramáticamente el derecho
de las mujeres de entablar demandas por hostigamiento sexual. En esos casos, creemos que todo esfuerzo del gobierno federal para anular los derechos expandidos
en los ámbitos local y estatal es un abuso del poder federal. Por consiguiente, no sólo es posible, sino históricamente necesario, que la Izquierda defienda los derechos de autonomía regional para combatir las medidas opresivas y que mantenga a la vez un compromiso con el poder federal para implementar la protección en contra de las acciones opresivas. Pero, volviendo a Nader, este candidato confunde las peticiones progresivas de autonomía regional para que se establezcan normas más estrictas para la protección del medio ambiente ("mantengamos los desechos nucleares fuera de nuestras tierras") con los poderes reaccionarios de los derechos de los estados como el LAMTA y su actitud de "¡manos fuera de mi sistema de transporte segregado!" En este caso, Nader una vez más se alinea con las fuerzas del racismo estructural.
Queremos que se nombre a jueces progresistas en los tribunales federales que garanticen el estado de bienestar social y defiendan los
derechos de los pueblos subyugados en todo momento. No conseguiremos el tipo de jueces que exigimos, pero los que sí obtengamos tendrán un
impacto significativo en el futuro. Debido a que el juez Stevens de la Suprema Corte, la voz más firme a favor de los derechos de los delincuentes y los prisioneros, ya es un octogenario y a que tanto Ruth
Ginsburg como Sandra O'Connor están enfermas y quizá opten por jubilarse por motivos de salud, tal vez haya hasta tres nombramientos a la Suprema Corte durante el próximo período presidencial. Es muy probable que Gore siga el método de Clinton, que nombre a centristas y que trate de confirmarlos a pesar de Orrin Hatch. Aunque no nos da muchas esperanzas el hecho de que haya más
centristas como Breier y Ginsburg, sí pensamos que están dedicados al marco legal de los derechos civiles, que abordan la mayoría de nuestras reivindicaciones democráticas principales dentro de los
parámetros del sistema actual, adoptando la forma de la protección de los derechos de votación, la garantía de que el poder del gobierno federal regulará las irregularidades de los estados cuando se nieguen
los derechos de votación basándose en la discriminación racial. Estaríamos locos si dijéramos que no nos preocuparía que Bush pudiera nombrar hasta tres jueces de la Suprema Corte que tuvieran el mismo
odio virulento en contra de los trabajadores, las mujeres y la gente de grupos multiétnicos que los jueces Scalia y Thomas sienten. Cualquier posibilidad de un examen por parte del gobierno federal de las
medidas judiciales indebidas en Texas en los casos de pena de muerte, por ejemplo, obviamente sería eliminada si Bush termina nombrando a más de un juez. Aunque únicamente se agregara otro juez que hiciera
énfasis en el derecho de los estados a resistirse a la ejecución federal de las leyes, eso desmantelaría de una manera efectiva el poder del gobierno federal de implementar el bienestar social. Así mismo,
casi todas las decisiones que han protegido el derecho al aborto en los fallos recientes de la Suprema Corte se han ganado tenuemente con cinco o cuatro votos, como ocurrió por ejemplo en la decisión crítica
que sentó jurisprudencia para permitir el aborto en gestaciones avanzadas. El nombramiento de un solo juez que esté contra el aborto puede destruir el derecho más significativo que las mujeres ganaron en el
siglo XX. Queremos campo abierto para la acción directa contra la hegemonía. Sabemos que no conseguiremos este campo abierto bajo la presidencia de ninguno de los candidatos. Existen varios izquierdistas que han argumentado que aunque los
republicanos son un enemigo conocido, el poder de convencimiento de los demócratas para pasarse a su bando los convierte en el enemigo principal. Conocemos demasiado bien la traición de los demócratas, pero
la lucha en contra de los liberales, y hasta contra los demócratas conservadores, no es igual que el combate contra los reaccionarios. Los mismos grupos que son más vulnerables a un ataque adicional bajo
Bush (la clase trabajadora de salaries bajos, los indigentes, los inmigrantes, las comunidades multiétnicas, los condenados a la pena de muerte y la Izquierda organizada) son quienes menos pueden, en este
momento de la historia, defenderse de manera efectiva en contra de la Derecha organizada. Como los de Izquierda somos muy débiles, no deseamos tener luchas que no podemos ganar en contra de fuerzas más
poderosas que nosotros... a menos que exista un motivo de peso. Las fuerzas de Nader argumentan que existe un motivo muy imperioso: el avance de un "Tercer partido" progresista en Estados
Unidos. Alegan de que el 5% de la votación permitiría recibir financiamiento federal y que, con eso, se recibirían aproximadamente $12 millones de dólares en fondos federales paralelos para las elecciones
presidenciales de 2004. Señalan que Nader está empujando el debate hacia la Izquierda, presionando a Gore para que se siga una dirección más populista e inyectando problemas de clase que se necesita incluir
urgentemente en las elecciones. En particular, la advertencia de Nader del grave peligro del poder corporativo y su socavo de la democracia es tan convincente que requiere, según sus partidarios, un voto de
protesta para demostrar a los demócratas que no pueden dar por sentado el apoyo de los trabajadores y los ambientalistas. Alegan que un fuerte voto para Nader alejará a Gore de la Derecha y, si se supone que
éste gana por un margen pequeño, la amenaza de Nader en las elecciones subsecuentes forzará a Gore a mantener sus promesas populistas. Por supuesto que no existe ninguna garantía de que Gore derrote a Bush. Para nosotros, la desilusión con la campaña de Nader es que minimaliza simultáneamente el peligro de la Derecha cuando, de hecho, no ofrece el entusiasmo y el desafío de una campaña de
Izquierda que garantizaría el riesgo. En la campaña se ha optado en evitar conscientemente cualquier desafío al racismo estructural y al imperialismo en nuestra sociedad, a la vez que se ha rehusado a
abordar la grave amenaza de que los votos a favor de Nader pueden contribuir a la elección de Bush. Apoyamos la idea de la existencia de otros partidos y nos enfrentaríamos directamente al riesgo de elegir
un republicano de Derecha si alguna vez se materializara la presencia de un candidato antirracista y anticolonial. Aunque respetamos la insurgencia de la campaña de Nader, sentimos que tanto
sus limitaciones económicas como su patriotería nacional y blanca contradicen sus promesas progresistas. La combinación fácil que Nader hace de sus dos contrincantes, llamándoles "Gush" (Borbotón) y "Bore"
(Aburrido) indica la ausencia de compasión, y ni siquiera mencionamos la pasión, en toda la arena de los derechos y las libertades civiles. En este campo, casi todos los activistas y abogados importantes
explican que aunque están furiosos con Clinton y Gore por sus pecados, les aterroriza totalmente la idea de que Bush resulte elegido. En cuanto a nosotros, lucharemos con aún más brío en contra de los
demócratas si gana Gore, pero nos da temor por la gente y por la Izquierda si triunfa el verdugo de Texas.
VII. ¿Adónde vamos a partir de aquí? Tras haber indicado la manera en que sopesamos los riesgos en esta pregunta, creemos principalmente que
existen retos semejantes en las próximas semanas críticas previas a las elecciones para quienes opten por colaborar con Nader, para los que escojan trabajar con Gore y para aquellos que no cooperen con
ninguno de los dos. Una vez más, nuestro propósito estratégico: Concentrarnos en establecer y fortalecer redes independientes,
antirracistas y antiimperialistas en todas las ciudades que puedan presentar un conjunto de peticiones a todos los partidos y a todos los candidatos. Fomentar la creación de un grupo para los derechos civiles y los Tercer Mundo dentro del Partido Demócrata.
Alentamos a los partidarios liberales e izquierdistas de Gore para que utilicen anuncios, folletos, foros públicos y hasta manifestaciones si es necesario para presionar a demócratas conocidos (como Jesse Jackson, Maxine Waters, Barney Frank, Paul Wellstone, Bernie Saunders, Russell Feingold y otros más) para promover reivindicaciones específicas durante la campaña ("Libertad para Mumia Abu Jamal" y "Terminemos con la pena de muerte racista", por ejemplo). Jesse Jackson Jr. empezó ese proceso retando a Gore para que aceptara a Nader en los debates, y continuó hablando sobre el racismo y la pena de muerte durante la campaña. Ya demuestra más independencia e iniciativa en el frente unido que algunos izquierdistas que están apoyando directamente a los demócratas. La Izquierda antiimperialista debe seguir ese camino y concentrarse en los demócratas más liberales, con quienes tiene un mínimo de influencia, y tratar de presionarlos para que ejerzan su presión en Gore. Necesitamos presionar al Partido Demócrata, no darlo por perdido simplemente, en particular en época de elecciones.
Fomentar la creación de un comité antirracista y anticolonialista dentro del Partido Verde.
Alentamos a quienes están tratando de crear presión a nivel de las bases desde dentro del Partido para que Nader se concentre en articular un programa político independiente. Hay mucha gente buena entre los Verdes que luchan a favor de una política antirracista y antiimperialista, y que critican a Nader por haber alejado a muchas personas de las minorías y a blancos antirracistas que evaluaron la campaña Nader/Verde, la rechazaron, se sintieron alienados de la misma y se niegan a votar por Nader—y ni siquiera imaginar que trabajen a su favor. Hasta el momento, esas personas, al igual que los izquierdistas que colaboran con los demócratas, representan una minoría y no parecen tener mucha influencia; y, al igual que sus homólogos demócratas, deben hablar menos de lo que piensan hacer "después de las elecciones" y experimentar más con la organización de políticas independientes antirracistas que puedan dar forma al Partido Verde en el presente.
Fomentar mayor cooperación entre las organizaciones independientes antirracista y antiimperialistas a través de Estados Unidos.
Invitamos a los grupos de desarrollo que puedan crear unidad en la organización y expandir la visibilidad de las reivindicaciones (por medio de páginas web, correo electrónico, correspondencia, envío de artículos por correo y, esperamos, la coordinación directa en diferentes ciudades). Las elecciones representan un momento en que el debate político nacional, a pesar de su aletargamiento y bancarrota actual, se eleva a un nivel más visible en el que la Izquierda debe tratar de maximizar su influencia. Para el 4 de noviembre, las elecciones habrán pasado, los agentes políticos y apologistas se estarán dedicando a algo más mientras que el país volverá a dormirse, pero la Izquierda se enfrentará aún a cambios profundos, más fuertes o más débiles, dependiendo de nuestras tácticas para tratar de interferir en este momento histórico.
Fomentar mayores alianzas entre las fuerzas políticas antiimperialistas dentro del Partido Demócrata, los Verdes y los movimientos sociales que puedan concentrarse en crear un programa de
unidad a largo plazo, más que una unidad para votar.
Dichas coaliciones son críticas para desafiar al sistema actual, independientemente de quién resulte elegido para administrarlo. Si Gore gana, esas alianzas pueden tratar de presionar más a los demócratas liberales que prometieron apoyar demandas claves "después de las elecciones". Si triunfa Bush, los liberales del Partido Demócrata harán la finta de virar a la Izquierda, o se pasarán a esa tendencia, y será posible presentar un frente unido más extenso. Pero, una vez más, trabajarán para convencer en que se unan a sus causas y para suprimir los movimientos sociales de Izquierda, negociar con los republicanos y confundir a la gente, en lugar de ayudarle. Si se considera cuántas concesiones hicieron a los republicanos cuando tenían el poder, nos podemos imaginar lo que harán cuando no lo tengan. Sin la presión de su Izquierda, tanto en las universidades, fábricas y talleres en donde se explota a los trabajadores como en las comunidades negra, latina, asiática/de las Islas de Pacífico e indígenas y en los autobuses y las calles, los demócratas representan una oposición sin control desesperada.
El sistema es racista; las estructuras electorales, corruptas y reaccionarias. Los demócratas se han movido hacia la extrema Derecha y la candidatura de Nader se encuentra a años luz de representar un
reto convincente del imperio estadounidense. Pero, la política existe en momentos, lugares y condiciones reales, no en los que soñamos, y estas elecciones ofrecen algunas aberturas, algunas oportunidades,
para intervenir de una forma enérgica y constructiva... desafiando las elecciones de pies a cabeza. |