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III. Clinton/Gore: Balance de ocho años de su estrategia Centro-Derecha

Al Gore, el candidato presidencial demócrata, trata de reclamar los logros de su asociación con Clinton y distanciarse a la vez de lo que percibe como la vulnerabilidad  personal del Presidente. Mientras que Gore proclama alegremente, "Yo soy yo", en realidad su trayectoria en el pasado es lo que pueden predecir mejor cómo va a actuar en el futuro. Analicemos el plan cuidadosamente delineado del Consejo de Liderazgo Demócrata (DLC, por sus siglas en inglés) de Centro­Derecha que Clinton y Gore han perfeccionado.

El gobierno de Clinton inició su campaña con inclinaciones hacia a la Izquierda, cambió luego para consolidar el Centro y después para obtener el respaldo de la Derecha.

En la década de los ochenta, cuando los Demócratas se convencieron de que no existía la posibilidad histórica de que hubiera un demócrata liberal a favor de los negros que pudiera resultar elegido, y después de haber quedado traumatizados por las derrotas que Reagan les propinó a Carter y Mondale, además del triunfo aplastante de George Bush en la contienda con Dukakis, entonces crearon el Consejo de Liderazgo Demócrata, un grupo "centrista" de demócratas que trataron de convertirse en los "Nuevos demócratas". Se distanciaron a propósito del financiamiento federal de programas sociales por el temor de que Reagan les acusara hábilmente de ser "liberales propensos a crear impuestos y a gastar"; se desvincularon intencionalmente de todas las defensas de los derechos civiles, consintiendo implícitamente la defensa de la Derecha de los derechos de los blancos y los alegatos de "discriminación a la inversa"; cortejaron deliberadamente a la comunidad empresarial para tratar de distanciarse de los demócratas "antiempresariales" en la era del libre mercado. Bill Clinton y Richard Gephardt se encontraron entre los fundadores de este comité y Bill Clinton fue el primer candidato que logró triunfar en 1992.

Es difícil recordar ahora que la campaña electoral Clinton/Gore de 1992 tomó de las filosofías de la Izquierda y de la Derecha para crear una estrategia política centrista. Necesitó de organizadores izquierdistas para la campaña y de votantes derechistas para poder capturar la presidencia. Al apelar a la Izquierda, el gobierno de Clinton delineó un plan audaz para conseguir la atención médica universal—no el plan progresista canadiense de "un solo pagador", sino uno en el que el gobierno subvencionaría a las compañías de seguros, las cuales a su vez financiarían un sistema médico fundamentalmente privado en el que obtendrían ganancias. Su plan fue destrozado por la fuerte reacción violenta patriotera masculina en contra de Hillary Clinton, la primera dama y principal defensora de atención médica de la administración, y por el poder del cabildeo de seguros médicos que influye en el Congreso, incluso en miembros del Partido Demócrata. Clinton abandonó esta sola iniciativa de la campaña que recibió el máximo de publicidad y jamás la volvió a tocar.

El binomio Clinton/Gore realizó su campaña con la promesa de que se expandirían los derechos de los homosexuales y las lesbianas, una posición muy valiente en sí, pero el esfuerzo fue rechazado por el ejército norteamericano reaccionario. Clinton se derrumbó rápidamente y defirió a sus electores potenciales de la Derecha. La política "No pregunte, no diga" es una violación masiva de la primera enmienda y de los derechos de los homosexuales/lesbianas y, en muchas formas es peor que lo propuesto por el status quo.

Para 1994, Clinton tuvo que hacer frente al éxito del brillantemente organizado "Contrato con Estados Unidos" diseñado por Newt Gingrich, el cual condujo a una victoria republicana masiva en las elecciones parlamentarias. En respuesta a eso, Clinton creó un plan denominado "triangulación", por medio del cual se postuló a sí mismo como "independiente" tanto de los demócratas como de los republicanos. Estos votantes fueron los blancos conservadores y racistas de las clases media y obrera que resultaron los principales beneficiarios del New Deal, pero que se pasaron al bando de Reagan y Bush en oposición explícita a los derechos civiles, el derecho al aborto y la política antibélica. Los demócratas liberales protestaron débilmente, pero no tenían hacia dónde ir. Funcionó: A Clinton le salió bien la jugada y lo reeligieron en 1996.

Bill Clinton se convirtió en el rey del mercado alcista, el soldado que "derriba" los obstáculos a la penetración capitalista norteamericana, el arquitecto de un programa neoliberal internacional de inclusión y neutralización.

En su campaña presidencial de 1992, Clinton se postuló con un tema populista disimulado de que la estabilidad económica es buena para todos en Estados Unidos y conectó en particular con la clase media obrera blanca. El consejero James Carville popularizó esta posición con la consigna "Es la economía, tonto". La nueva ola de la clase capitalista en el Valle de Silicon, que Clinton y Gore han cortejado durante mucho tiempo en anticipación del impacto político mundial del mercado de valores de alta tecnología, entendió que en cualquier llamado de Clinton al electoral, lo que éste quería decir era: "!Es el imperialismo norteamericano, tonto!"

En un artículo reciente del periódico New York Times se explicaba que en los ocho años de la administración de Clinton y Gore se ha incrementado considerablemente el "abismo económico" entre los ricos y los pobres en Estados Unidos. El hecho de que America Online (AOL), una empresa de Internet de reciente creación hace apenas unos años, pudo adquirir Time Warner, el conglomerado de medios de comunicación tradicional más grande del mundo, simboliza la tremenda revolución capitalista que ha ocurrido durante el gobierno de Clinton. Por lo tanto, no es de sorprender que una broma que circuló recientemente por correo electrónico en Europa llegó a la primera plana del International Herald Tribune: "En un comunicado sorpresa, AOL Time Warner anunció el viernes que había comprado Francia. Este es un hito de la primera vez que una empresa multimedia ha adquirido todo un país."

De hecho, Clinton ha utilizado al Departamento de Comercio, a la Agencia para el Desarrollo Internacional y al Departamento de Estado—perfilado en sus etapas iniciales por Warren Christopher, un abogado corporativo, y Ron Brown, un manipulador del comercio del Tercer Mundo—para ayudar a las transnacionales norteamericanas a penetrar Europa, el oriente y el occidente, China y todos los países tercermundistas posibles. Esta penetración compleja de los mercados extranjeros y el esfuerzo para integrarlos en un "sistema norteamericano" mundial bajo la dirección de las transnacionales estadounidenses han definido la política extranjera del gobierno de Clinton/Gore.

En la búsqueda de nuevos mercados y la defensa de los antiguos, Clinton virtualmente inventó la invasión militar y el bombardeo aéreo de Kosovo, además de dirigir la toma norteamericana de la OTAN. Clinton ha continuado, en lugar de abandonar, el uso de Irak como el chivo expiatorio que fue característico del gobierno de Bush, incluidos ocho años adicionales de ataques aéreos norteamericanos y de privación de alimentos para la población civil. Se ha negado a retar el embargo Helms-Burton de Cuba y ha aplacado al Pentágono en cada oportunidad, asignando a menudo hasta más fondos de los que han solicitado.

Clinton/Gore se postularon como los candidatos del medio ambiente; sin embargo, en ocho años sus prácticas han contribuido a la devastación ecológica de Estados Unidos y el mundo gracias a la implementación de políticas de desregulación neoliberales.

Cuando se eligió a Clinton y Gore, hubo gran entusiasmo tanto entre los ambientalistas promedio como entre los líderes negros, latinos, asiáticos e indígenas del movimiento de justicia ambiental, algunos de los cuales fueron incluidos en el "equipo de transición". No obstante, en unos cuantos años fue obvio que el libro de Al Gore, Earth in the Balance, había quedado reducido a un cuento de hadas.

En nuestra labor en el Strategy Center hemos visto que gobierno Clinton/Gore ha apoyado la compra y venta de créditos de contaminación del aire, así como la destrucción de las normas estrictas sobre la calidad del aire de Los Ángeles, mientras que casi todos los candidatos del Partido Demócrata y funcionarios de los sindicatos han atacado los reglamentos ambientales porque "están acabando con las empresas y los empleos". Un nuevo grupo, Environmentalists Against Gore (Ambientalistas contra Gore), preparó una crítica detallada de la práctica constante de la administración Clinton/Gore de romper con las promesas sobre el medio ambiente en una "farsa cínica montada" que ha incluido:

  • Volver la espalda a la gente de Apalachia al permitir la destrucción de montañas y riachuelos mediante la explotación a tajo abierto.
  • Incrementar la tala de lo que queda de la tierra indigena, los bosques de viejo crecimiento y los monumentos nacionales que son de propiedad pública.
  • Alentar a las grandes plantaciones azucareras para que continúen contaminando nuestras marismas.
  • Promover las perforaciones petroleras costa afuera en Florida, California y Alaska.
  • Convertir la Ley para la Protección de las Especies en Peligro de Extinción en un medio de exterminio.

La patriotería arraigada del populismo de Clinton/Gore ha celebrado "los valores de las familias obreras" a la vez que ha reducido la asistencia social y ha puesto de su lado a los grupos parlamentarios negros y latinos, el AFL-CIO y hasta muchos participantes en el movimiento de justicia ambiental—las mismas fuerzas dentro del sistema que podrían haberse opuesto.

Tanto Clinton como Gore, blancos sureños, entienden bien la ideología profundamente conservadora y racista que constituye el núcleo de toda la sociedad—del norte y del sur. Entienden así mismo que esas mismas clases blancas de trabajadores que necesitan desesperadamente asistencia económica prefieren morirse de hambre que aceptar los beneficios que reparte el gobierno y que asocian con las minorías. Ésta es la importante y poderosa fuerza del racismo blanco.

Clinton elaboró una brillante alquimia política y transformó el llamado de Reagan/Bush de los "valores de la familia" en el lema acuñado por John Sweeney, presidente de la AFL-CIO: "Ayuda a las familias obreras." Clinton estableció nexos con la clase obrera blanca refiriéndose a ella de la manera que prefiere que se le llame: "la clase media" o "quienes trabajan duro y siguen las reglas". Se concentró también en todos los puntos atractivos para "la familia", como el permiso de ausencia para atender a la familia y la reducción de los impuestos para las familias de los trabajadores. Fue como si una mujer tuviera una familia nuclear dominada por un hombre para poder obtener cualquier tipo de beneficios. Lamentablemente, esto fue atractivo hasta para sectores de la clase media negra, latina y asiática que ha desarrollado el deseo de distanciarse de la clase obrera pobre y de bajos ingresos de sus propias nacionalidades.

La otra cara de la moneda en este llamado a los "valores de las familias trabajadoras" ha sido el ataque en contra de quienes reciben beneficios de asistencia gubernamental, que empezó ideológicamente con la ofensiva de Reagan en contra de las "reinas de la asistencia pública". Aunque el ex presidente Reagan inició la invectiva racista, Clinton y Gore la implementaron como política. El programa de Asistencia a las Familias con Hijos Dependientes (AFDC, por sus siglas en inglés) fue un mandato del New Deal y se expandió dramáticamente con los movimientos antirracistas de la década de 1960. Los ataques de Clinton en contra de los beneficios de asistencia social forzaron a las mujeres a entrar en la fuerza laboral sin empleos con salarios dignos, transporte o cuidado de los niños (hechos con el mayor cinismo poco antes de las elecciones de 1996) lanzó de nuevo a las mujeres negras y latinas y a sus hijos en las fauces de los lobos de Gingrich.

La finta máxima de Clinton de pasarse de la Izquierda a la Derecha fue el sacrificio de Lani Guinier, una profesora negra progresista de derecho a quien Clinton había postulado inicialmente como directora de la división de Derechos Civiles del Departamento de Justicia. En sus funciones como teórica jurídica antirracista Guinier había tratado de abordar las inquietudes que compartimos sobre la obstinación del racismo blanco y había propuesto una serie de medidas administrativas que protegerían los derechos constitucionales y civiles de los negros de la tiranía de la mayoría blanca—como los distritos electorales negros y los derechos garantizados de los negros que la mayoría blanca no pudiera derogar. Le atacó la Derecha llamándole la "reina de las cuotas" (que no difiere mucho de "reina de la asistencia pública") y utilizando una combinación virulenta de la misoginia y racismo que inflama la ideología blanca supremacista en este país. Clinton retiró la postulación de Guinier como un asunto candente argumentando que nunca había "inhalado" sus artículos sobre cuestiones jurídicas. Los liberales negros en la administración presentaron una lucha mínima, más bien se concentraron en obtener sus propios nombramientos en altos puestos.

El equipo Clinton/Gore combinó amenazas con ofertas de inclusión y tuvo tanto éxito en poner de su lado a los liberales que le criticaban que, en medio del desmantelamiento de los programas de asistencia social, no hubo resistencia organizada por parte del grupo parlamentario negro ni ha habido ningún reto serio con respecto al bloqueo contra Cuba, a la institucionalización de una industria de prisiones permanente o al incremento de la intervención norteamericana en Colombia. El Partido Demócrata ha establecido nexos con muchos grupos progresistas y de base popular con el fin de reducir las protestas masivas. El Partido ha convencido a muchos funcionarios electos liberales que son negros, latinos, asiáticos/de las Islas del Pacífico y mujeres de que obtener los derechos civiles consiste en conseguir ser elegido, y persuadió fácilmente a los "grupos de defensa" liberales y a los sindicatos de AFL-CIO que cualquier reto militante terminaría con su influencia "desde adentro".

El gobierno de Clinton/Gore ha dado nombramientos judiciales a conservadores y marcado el inicio de políticas reaccionarias en materia de justicia penal.

En cuanto al poder ejecutivo para nombrar jueces, Clinton ha hecho su selección considerando la perspectiva de si el Senado norteamericano aprobaría a sus candidatos, lo que significa las alas conservadora y racista del Partido Demócrata y el ala derechista republicana encabezada por Orrin Hatch, presidente del Comité Judicial del Senado. Durante los gobiernos de Reagan y Bush, los republicanos convirtieron en precedentes jurídicos las postulaciones de los ideólogos de Derecha Robert Bork y Clarence Thomas. Perdió Bork pero al final se impusieron a los demócratas con la designación de Thomas. Aunque Clinton ha propuesto los nombramientos de algunos liberales y negros a puestos judiciales menos poderosos que rechazaron los republicanos, nunca ha optado por un enfrentamiento público con la Derecha. Concordante con esta capitulación, si no es que consentimiento, de la toma del sistema legal por parte de la Derecha racista, Clinton casi no hizo nada para retar ese arreglo. En su lugar nombró a juristas de tendencias moderadas a conservadoras, Stephen Breir y Ruth Bader Ginsburg, para puestos históricamente críticos de la Suprema Corte de Justicia. En los casos relacionados con la justicia penal (cuestiones de cateos, órdenes de arresto, derechos de los prisioneros), Breir y Ginsburg a menudo se han unido a acuerdos reaccionarios bipartitas.

Así mismo, la administración de Clinton, en el nombre de la "reforma", apoyó la Ley de Pena de Muerte Efectiva y Antiterrorista. Dicha ley limita los motivos para apelar (restringe los presos en el corredor de la muerte sólo a violaciones "constitucionales", en contraposición con violaciones en el procedimiento, por ejemplo) y reduce los plazos para los procedimientos (límite de un año para apelaciones), cuando los abogados en los casos de pena de muerte están sobresaturados de trabajo y a menudo no pueden cumplir con los plazos límite. También previene que ciudadanos norteamericanos casi no tengan ningún contacto con organizaciones "extranjeras" que el Secretario de Estado declare arbitrariamente como "terroristas", también sin recurso de apelación, como el Partido de Trabajadores de Kurdestán (PKK) que lucha en contra de Turquía, un país aliado de Estados Unidos. El equipo Clinton/Gore también introdujo la Ley de Reforma de Inmigración que ahora da poder total al INS para deportar a inmigrantes, lo cual destruyó el derecho anteriormente concedido a los inmigrantes para retar judicialmente las acciones del INS. El uso del término "reforma" para indicar la reducción de derechos, como la "reforma" a la asistencia pública y la "reforma" a la inmigración, es una de las maniobras más perniciosas del binomio Clinton/Gore que les ha ayudado en su plan de poner a sus oponentes de su lado.

No debe dudarse en ningún momento el hecho de que Clinton y Gore, junto con el Consejo de Liderazgo Demócrata, crearon un paradigma eficaz, el "Nuevo Demócrata" centrista-derechista que, al igual que con Ronald Reagan, fijó, y restringió, en forma dramática los términos del debate actual. La percepción pública de que hay muy poco de dónde escoger entre Gore y Bush es parcialmente el producto de las diferencias mínimas que el electorado realmente tolerará estos días, límites que fueron determinados de manera significativa por los últimos ocho años del gobierno de Clinton.

 

 

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