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IV. La contienda de los candidatos proimperialistas

La campaña Gore/Lieberman

Para el binomio Gore/Lieberman será difícil continuar con el plan Clinton/Gore ya que en la campaña deberán de tratar de sintetizar un frente unido proimperialista, además de apelar tanto a los demócratas de Reagan como a los electores blancos socialmente conservadores y racistas, y cimentar a la vez su base entre los votantes negros, latinos y las mujeres... simultáneamente cortejando y postulándose en contra de los grandes capitalistas.

Gore comenzó mostrando tendencias derechistas en las elecciones primarias, atacando a Bill Bradley por su apoyo inequívoco de la acción afirmativa y seleccionando a Joe Lieberman en otra tentativa de acercamiento con la Derecha del partido. Para el congreso que se celebró en agosto, Gore pudo ver que su esfuerzo por parecer más conservador que Bush estaba fallando y que su base liberal se estaba desanimando; le quitó el polvo al tema del populismo racista que atrae a las familias de clase obrera blancas y a los liberales. Con este tipo de retórica de campaña populista se exige que recrimine en contra de objetivos fáciles: las organizaciones para el mantenimiento de la salud (HMO), por sus siglas en inglés), las compañías tabacaleras, las empresas farmacéuticas y las sociedades petroleras (lo que es particularmente irónico ya que, de hecho, ha recibido fondos de Occidental Petroleum desde que era pequeño y tiene las manos en todos los cofres y  bolsillos corporativos). Las grandes corporaciones entienden que en época de elecciones, los demócratas, con su enorme base de clase trabajadora y minoritaria, tiene que atacarlas como parte del ritual, pero continúan aportando grandes sumas tanto a los demócratas como a los republicanos. El "gran capital" entiende que Gore y Lieberman están completamente ligados a los planes de las corporaciones y que todos se llevarán bien sin ningún problema, de hecho, muchos gigantes corporativos piensan que les irá mejor si triunfan Gore y Lieberman.

Debido a que nuestras principales demandas estratégicas se concentran en la lucha contra la explotación y opresión nacional por parte de Estados Unidos, al principio nos alegró saber que Gore había escogido a Joseph Lieberman como su vicepresidente—sin tener mucha información acerca de éste. Tenemos la convicción profunda y personal de luchar contra el antisemitismo que aqueja a muchos países, Estados Unidos entre ellos; sin embargo después de hacer algunas investigaciones, fue evidente que Lieberman es un conservador peligroso que detestan muchos judíos progresistas y hasta algunos liberales moderados en el Congreso. Los hechos hablan por sí solos. Lieberman fue elegido Senador de Estados Unidos por el estado de Connecticut tras vencer al republicano liberal independiente Lowell Weicker. Lieberman recibió el respaldo del archiconservador de William F. Buckley y acusó a Weicker de simpatizante comunista por su valiente posición de terminar el bloqueo contra Cuba ("Está más cerca de Fidel Castro que de Ronald Reagan"). Lieberman ha sido uno de los líderes del grupo conservador y proempresarial del Consejo de Liderazgo Demócrata del Partido Demócrata. Cuando se postuló a Lieberman, Al From, presidente del DLC, se jactó de que éste era otro paso de su Consejo para tomar el poder del Partido Demócrata. Lieberman ha sido un oponente enérgico de la autodeterminación palestina, y si gana, desempeñará un papel importante en sabotear aún más las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina. Lieberman y Marty Peretz, el mentor de Gore en Harvard, son partidarios israelíes de línea dura del tipo de Netanyahu. Como señaló Michael Lerner, editor de la revista Tikkun: "La documentación sobre la tortura israelí de palestinos, la negativa de derechos humanos y la opresión de otro pueblo no fueron importantes ni interesantes" para Lieberman. En lugar de ilustrar la libertad de credo y promover los derechos civiles, la exposición agresiva de Joe Lieberman de sus creencias religiosas judías ortodoxas interpone la religión en la política en formas que la Derecha religiosa ha aclamado y que ha sido un insulto a todos los compromisos liberales de la separación de la iglesia y el estado.

El equipo Gore/Lieberman puede unificar a sus grupos electorales proempresariales/familias obreras situando a su administración en una posición enérgica en la defensa de los intereses económicos nacionales de Estados Unidos en relaciones exteriores. Cuando Bush les criticó por su actitud indulgente en los gastos militares, Gore respondió duramente que había sido el padre de George W. el primero en tratar de reducir los gastos militares después de la caída de la Unión Soviética—poco tiempo después, el gobierno de Clinton/Gore ofreció voluntariamente un plan para incrementar el presupuesto del Pentágono. Con el fin de dramatizar su intención de dirigir una agresión militar norteamericana, Gore alardeó en su discurso de aceptación en el Congreso Nacional Demócrata que Joe Lieberman y él "habían roto con nuestro partido para apoyar la Guerra del Golfo", atacando esencialmente a los demócratas que tuvieron el valor de tratar de detener la masacre de Bush/Powell/Schwartzkopf. Esto equivale a un aviso para los delegados idiotas que aplaudieron aceptando su propio castigo y que pueden esperar ocho años más de "triangulación" si triunfa Gore. Aunque el tema se ha apagado en la campaña porque el militarismo bipartita deja poco espacio para debate, no podemos cometer un error en comprender las intenciones de Gore.

La candidatura de Bush/Cheney

Como indicamos antes, consideramos que George W. Bush y Al Gore comparten el mismo objetivo fundamental de conservar el imperialismo norteamericano, aunque sus planes tácticos son significativamente diferentes. Bush propone una posición internacional más belicosa y, en el ámbito nacional, ha demostrado que actuará en contra de la gente de diferentes etnias y contra las mujeres de una manera coordinada y vengativa.

George W. está tratando aplicar la prestidigitación empleada anteriormente por su padre George Bush, director de la CIA y presidente de Estados Unidos, y se está autopromoviendo como un "conservador compasivo" que desea dirigir un "Estados Unidos más generoso y noble". Exactamente igual que su padre y Reagan, quienes sacudieron de lo lindo a la gente de diferentes etnias durante doce años, George W. es superduro en lo relativo a la pena de muerte, la agresión militar y la economía de libre mercado, posición que garantiza el respaldo de los blancos que representan su base de apoyo. Su esfuerzo de abordar temas republicanos moderados y centristas (como la vergonzosa noche de las minorías montada durante el congreso republicano) tiene como objetivo apelar a las mujeres de la clase obrera blanca y a los electores de las minorías que tienden a favorecer a Gore en cuestiones de atención médica, seguro social y el derecho al aborto, los votantes que debe atraer para poder triunfar. Pero cualquier fantasía del centrismo de Bush oculta un programa político duro de la Derecha.

Bush tratará de crear una economía prácticamente desregulada. En ese aspecto, tanto él como Dick Cheney son, como indica Nader, corporaciones haciéndose pasar por personas. Bush casi está prometiendo la eliminación de todas las agencies reguladoras principales—la EPA, OSHA, FDA (Administración de Alimentos y Fármacos) y las divisiones antimonopolios y de derechos civiles del Departamento de Justicia. Los fármacos peligrosos saldrían al Mercado más pronto, Microsoft sólo recibiría un tirón de orejas y todos los policías en Estados Unidos podrían abusar de la inmunidad. A las empresas petroleras, a las cuales Bush y Cheney están unidos en la cadera, ya se les está haciendo agua la boca ante la perspectiva de explotar reservas petroleras mar afuera que están restringidas actualmente y que generarán exceso de ganancias y daños ecológicos excesivos. Y muchas de las compañías de alta tecnología (como Cisco, Dell y Oracle), a pesar de que se han enriquecido gracias al gobierno de Clinton y Gore, contribuyen en forma agresiva a la campaña de Bush/Cheney.

Si gana, Bush ofrecerá apoyo federal a los crecientes movimientos racistas de Derecha que han atacado la educación bilingüe, la acción afirmativa y a la juventud de las minorías. Y la división de Derechos Civiles se concentrará, como ocurrió durante la administración de Reagan, en los "derechos" de los blancos que sufran por la "discriminación a la inversa". Bush peleará a favor de los vales escolares y atacará a los maestros y sus sindicatos con el fin de socavar la educación pública y crear apoyo popular para la privatización y balcanización del sistema escolar.

La trayectoria de George W. Bush como gobernador es alarmante tan solo en la cuestión de la pena de muerte. En sus funciones como gobernador se ha negado a anular aunque sea una de más de 100 ejecuciones en su administración, aún cuando en uno de los casos se demostró que el abogado defensor había estado borracho durante el juicio del acusado. Prefiere mantener el récord de gobernar el estado con el mayor número de ejecuciones en Estados Unidos. Llevará consigo ese enfoque si asume la presidencia.

Aunque Gore es un verdadero partidario de línea dura de los militares (ha apoyado la acción de Clinton para incrementar el presupuesto militar norteamericano), Bush ha alegado continuamente que el gobierno de Gore/Clinton ha reducido los fondos del Pentágono, lo cual nos da una idea de la expansión militar que piensa imponer.

Este racismo, la supremacía masculina y su bravuconería le han servido bien a Bush y   han reforzado nuestras observaciones sobre la naturaleza fundamentalmente reaccionaria del electorado estadounidense. Las encuestas recientes indican que a pesar del esfuerzo de Gore para apaciguar al electorado blanco, restando importancia a su apoyo más mínimo de los derechos civiles y de los derechos de reproducción de la mujer, Bush mantiene una ventaja masiva de 20 puntos entre los hombres blancos y su apoyo sigue aumentando entre las mujeres blancas casadas, las cuales están expuestas con más frecuencia a la influencia y, a veces, a la intimidación de los hombres blancos con quienes están casadas.

En su esfuerzo para justificar su candidatura, las fuerzas de Nader a menudo han tratado de minimizar, o a veces obliterar, las diferencias entre Gore y Bush. Una evaluación sensata y fría de George Bush debería aclarar ese análisis simplista. Bush y los republicanos son reaccionarios declarados de lo más peligroso y la finta electoral hacia el centro los hace todavía más peligrosos ya que el peor daño ocurriría, por supuesto, si resultaran electos.

 

 

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